Autor: Mauricio Fishleder R.
“Vivir es perder”
“¡Si quieres aprender algo hay que superarlo y enseñarlo!”
Todos, sin excepción, vamos a morir, y todos vamos a vivir la pérdida de alguien: un padre, una madre, un abuelo, una abuela, un hijo, una hija, un pariente, un amigo. ¡Y cómo vivir esa pérdida, ese duelo sin sufrir! ¿Qué significa duelo en latín? “Duelum” significa dolor. Aceptar la muerte. ¿Y qué es aceptar la muerte? Aceptar significa que, ante cualquier suceso inevitable, reconocemos que no podemos hacer nada. Comprender esto nos alivia y, al aliviarnos, aceptamos. Comprender que este mundo es un sueño temporal que tiene un principio y un final; para unos finaliza antes y para otros después. Comprender que el cuerpo es polvo que se convierte en polvo. El espíritu ni se crea ni se destruye, se transforma, trasciende a otro plano, mundo, dimensión en donde ya no hay un cuerpo que sufra: frío, calor, hambre, sed, dolor físico, envejecimiento, pérdida de facultades, etc.
Cuando uno pierde a alguien, hay que pensar en positivo, recordar los momentos bellos que convivimos, agradecer haber tenido a alguien querido cerca, pensar en el amor que le tenemos y el que nos tuvo esa persona. Pensar que esa persona ya no sufre dolor en el cuerpo, ni culpa, ni miedo. Pensar que está en un espacio en el que hay paz y amor eterno. Lo que te saca del sufrimiento terrenal es el amor, la compasión, el agradecimiento.
Muchos no sufren por el ser que se fue, sino por el temor de no poder seguir adelante sin esa persona, de no ser capaces de mantenerse estables emocional y económicamente. Creencias del ego que quiere que sufras, que te sientas abandonada, desdichada, enferma, carente, impotente, y empieza a elucubrar imágenes llenas de fantasmas falsos. Lo que sugiero es no hacerle caso, corregir esos pensamientos, esas creencias, esas imágenes. Dios no nos manda nada que no podamos soportar.
Tenemos que comprender que todo cambia, que nada ni nadie es para siempre. Que los ciclos se acaban: algunas personas llegan a envejecer, otras no, y todos morimos. Las situaciones se presentan y se acaban, las cosas caducan, pierden su vigencia, los alimentos se pudren. Esa es la ley de la vida. Nada ni nadie dura por siempre. Y nada es seguro en esta vida; lo único seguro es el cambio y la muerte.